«Un día seremos viejos».
Debería bastar con ese verso
para dejar cerrada la historia.
Para soltar el bolígrafo y partir
en dos la agenda, cerrar el facebook,
tirar el móvil, quemar el calendario.
Debería bastar con esa idea, os lo digo,
para perder de una vez el miedo
y los relojes (que es la forma
que hay de recuperar el tiempo).
Debería, en serio, bastarme
solo con saber eso
para no terminar, ni siquiera,
este poema.
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