domingo, 13 de diciembre de 2015

And you can take all the pain away from me...

Siempre que he escrito lo he hecho para liberar todo el odio contenido. Como si por cada letra tecleada inspirase y espirase cien veces. Y realmente funciona. 

Pero...¿qué pasa cuando lo que quieres liberar es una felicidad atronadora?
¿Qué pasa cuando tu cuerpo se opone a retener tanta felicidad y tristeza juntas?

Pues en mi caso, también escribo. Porque no hay nada que me guste más que liberar algo que lleva escrito tu nombre. Porque cada letra tecleada ya no me supone alivio emocional que me lleva a parar de escribir cuando la tormenta cesa, si no un aliciente que me anima a seguir.

Ha sido totalmente inesperado. Mi inspiración, apenas escasa, sólo aparecía cuando mi cuerpo apenas podía percibirla. Y duraba tan poco, que ni en los peores momentos me permitía escribir más de dos párrafos.

Pero quién la necesita teniéndote a ti. Te has convertido en todo en tan poco que nos tienes a todos acojonados. Y  cuando digo todos, me refiero a cada uno de mis sentidos. Que como ya dije, son incapaces de irradiar otra cosa que no sea felicidad.

La tristeza, se queda acurrucadita bajo cada poro de mi piel esperando a saber qué.
No tengo prisa por echarla, pues sin ella, yo no estaría aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario