lunes, 28 de noviembre de 2011

Suicidiotez

Al azar irrelevante del sofrito de cebolla, en el sustento del mundo, se le antoja un hombre sin nombre al que pueda reconsiderar una y otra vez hasta la muerte. Al que se le permita espetarle un irradiadior intempestivo eterno, ya que detesta el quitaypón.
Mientras tanto, mira al cielo subido en la torre de Babel de su acrobacia interna. Y busca la fuerza que tira de él: busca su fuerza centrípeta: busca su propia voz.
Su proverbio chino, su perdición sin precinto.

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