domingo, 7 de junio de 2015

Confesiones de una noche melalcohólica

Si existía algo que teníamos en común mi familia y yo, era que todos éramos adictos, pero ninguno de nosotros lo aceptaba.
Para poner un ejemplo, recuerdo los días en los que mamá se encerraba noches enteras llorando en su habitación, y cuando el peso de la vida era demasiado, la solución era un par de pastillas para no despertar y apaciguar el dolor.
Papá por su parte, se la vivía en habitaciones de hotel fornicando con alguna que otra desconocida, como si tener sexo a diario le ayudara a cumplir sus responsabilidades como jefe de familia.
Recuerdo a mi hermano el pequeño comiendo todo el día para llenar el vacío del amor que le faltaba y al más grande maltratando a sus novias para demostrar algún tipo de autoridad que lo hiciera sentir superior.
Me recuerdo a mí desde pequeña cuando salía de la escuela caminando despacio para retrasar mi llegada a casa, en mi adolescencia escapándome de clases con mis amigos y más tarde emborrachándome en los bares hasta el amanecer.
Mamá era adicta a estar triste, papá a ser infiel. Mi hermano el pequeño no podía dejar de comer en exceso, así como a mi hermano el mayor le era imposible alejarse de las relaciones conflictivas.
Todos en mi familia teníamos problemas, todos necesitábamos ayuda, pero nadie dijo nada, excepto cuando se trató de mí.
Contrario a lo que ellos pensaban yo no era adicta al alcohol, mi adicción no se curaría llevándome a ninguna clínica de rehabilitación.
Mi problema era más grande y difícil de curar. Yo no era adicta a emborracharme, yo me volví adicta a huir de los problemas de los demás. Me harté de estar en casa y me refugié en lo primero que se me puso en frente para evitar tener que ver todos los días a mi destrozada familia a la cara. Estando ebria todo dolía menos, porque sólo así sentía que era posible ser feliz aunque sea por un pequeño instante en la vida.
Buenas noches, mi nombre ya lo conocen y no sé qué diablos hago aquí. Yo no soy una Alcohólica Anónima. Yo soy adicta a huir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario